miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡VENID!

En himnos y villancicos de navidad resuena un mismo eco: el eco de una invitación proclamada en Belén: Venite in Bethleme! ¡Venid a Belén! Venid a esta humilde aldea a contemplar con estupor el más grande misterio acaecido sobre la tierra. “Venid, dirá Fray Luis de Granada, a ver al Hijo de Dios, no en el seno del Padre, sino en los brazos de la Madre; no entre los coros de los Ángeles, sino entre unos viles animales; no asentado a la diestra de la Majestad en las alturas, sino reclinado en un pesebre de bestias; no tronando ni relampagueando en el cielo, sino llorando y temblando de frío en un establo” (Vida de Jesucristo, Madrid 1990, p. 32). Sí, venite, adoremus; venite, adoremus Dominum.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

DIGNIDAD DEL HOMBRE

El hombre solamente es importante 
si es verdad que un Dios ha muerto por él.
(Nicolás Gómez Dávila)

martes, 9 de diciembre de 2014

EL CALVARIO PERPETUADO EN LA MISA

Recojo estas piadosas y profundas reflexiones del Beato J. H. Newman sobre la grandeza y sentido de la Santa Misa. ¡Cuánta riqueza en los graneros de la tradición de la Iglesia!

“Te adoro, Señor y Dios mío, con el más profundo temor reverencial por tu pasión y crucifixión, en sacrificio por nuestros pecados. Tú sufriste ciertamente dolores incomunicables en tu alma sin pecado. Fuiste expuesto en tu cuerpo inocente a tormentos ignominiosos, mezclados de dolor y vergüenza. Fuiste desnudado y fieramente flagelado, vibrando tu sagrado cuerpo bajo el azote como los árboles bajo las ráfagas de la tempestad. Así destrozado, fuiste, suspendido de la Cruz, desvestido, un espectáculo para todos los que te veían temblar y morir. ¡Cuánto implica todo esto, Dios Poderoso! ¡Qué profundidad vemos aquí que no podemos penetrar! Mi Dios, sé bien que pudiste habernos salvado con tu Palabra, sin sufrir tú mismo, pero elegiste adquirirnos al precio de tu sangre. Contemplo en ti la víctima elevada sobre el Calvario, y sé y declaro solemnemente que esa muerte tuya fue una expiación por los pecados del mundo entero. Creo y sé que tú sólo pudiste haber ofrecido una expiación meritoria, porque era tu divina naturaleza que otorgaba dignidad a tus sufrimientos. Antes que yo pereciera de acuerdo a lo que merecía, tú fuiste clavado al Árbol y moriste”. 
“Semejante sacrificio no podía ser olvidado. No iba a ser, no podía ser, un mero acontecimiento en la historia del mundo, que fuera hecho y terminado, muerto excepto en sus oscuros efectos no reconocidos. Si esa gran muerte fue lo que creemos que fue, lo que sabemos que es, debe permanecer presente aunque ya pasó, debe ser un hecho establecido para todos los tiempos. Nuestra propia reflexión cuidadosa sobre el mismo nos dice esto, y entonces, cuando se nos cuenta que tú, Señor, aunque has ascendido a la  gloria, has renovado y perpetuado tu sacrificio hasta el fin de todas las cosas, no sólo es la noticia más conmovedora y gozosa porque da testimonio de un Señor y Salvador tan compasivo, sino que lleva consigo el pleno asentimiento y simpatía de nuestra razón. Aunque no hubiéramos podido ni siquiera atreveros a anticipar una doctrina tan maravillosa, ahora que se nos comunica, adoramos su misma conveniencia a tus perfecciones, así como su infinita compasión para nosotros. Sí, mi Señor, aunque has dejado el mundo, eres ofrecido en la Misa diariamente, y, aunque no puedes sufrir dolor y muerte, te haces sujeto de indignidad y limitación para llevar hasta la plenitud tu misericordia hacia nosotros. Te humillas diariamente, pues, siendo infinito, no puedes finalizar tu humillación mientras existan aquellos por quienes te sometiste e ella. Por eso permaneces sacerdote para siempre”.
Meditaciones y Devociones, Ed. Agape Libros, Buenos Aires 2007, p 303-305.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

TAREAS PARA EL NUEVO PREFECTO

El pasado 26 de noviembre La Nuova Bussola Quotidiana publicó una editorial del conocido liturgista don Nicola Bux sobre las tareas más urgentes que, según su parecer, debería enfrentar el Cardenal Sarah como nuevo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino. A continuación ofrezco una traducción al castellano.

“El hombre que ora es el hombre por excelencia; es el acto supremo de la autoconciencia de la fe. El culto es el acto más grande que él puede realizar, porque lo une de nuevo con el origen, con Aquel que es el creador y el salvador del hombre.

Pero el culto católico padece actualmente un desequilibrio entre la forma comunitaria, que ha crecido desmesuradamente después del Concilio, y la forma personal, de hecho aniquilada justamente por el excesivo comunitarismo que mata la participación devota. Este es uno de los problemas que el cardenal Robert Sarah, nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino, debería afrontar. La forma comunitaria, en efecto, expresa la comunión, pero no se trata de una fusión: el otro permanece como otro, no es absorbido ni reducido, de modo análogo al misterio de la Trinidad: un solo Dios, una sola naturaleza divina, pero al mismo tiempo tres personas.

Luego, por encima de todo, el culto sirve para que el hombre pueda encontrar a Dios; esa es su misión; sirve para introducir el hombre en la Presencia divina; hoy, en el tiempo de la descristianización, esto ya no es evidente. Presencia evoca algo a lo que acercarse, casi como tocarlo, pero que me supera, porque soy pecador. Entonces se dispara la reacción de Pedro: "Apártate de mí, porque soy un pecador." Presencia evoca lo "sagrado"; la liturgia es sagrada, a causa de la Presencia divina. Y esta realidad "sagrada" parece en ruinas, envuelta también en la crisis de la Iglesia, como ha escrito Benedicto XVI.

De este modo, muchos católicos, especialmente entre los jóvenes, simplemente escapan de la 'liturgia-entretenimiento' -litur-tainment, la llaman en América, donde el sacerdote imita a un conductor televisivo-, y buscan el misterio en el majestuoso rito bizantino o en el sobrio rito romano antiguo. Muchos obispos empiezan a darse cuenta de este fenómeno. Es un nuevo movimiento litúrgico, en el actual sucederse de generaciones. ¡Dichoso quién se haya dado cuenta a tiempo! De todo esto, la Congregación para el Culto Divino debe tomar nota.

Por otra parte, esta Congregación también es responsable de la “disciplina de los sacramentos”. Y aquí tocaremos una tecla dolorosa: la indisciplina generalizada, la falta de fidelidad al rito, que puede incluso afectar la validez misma de los sacramentos  (cfr. Juan Pablo II, Vicesimus Quintus Annus, 1988), lesionan en la liturgia los derechos de Dios, además del de los fieles. En la liturgia, la fe y la doctrina, están mediadas por el rito: per preces et ritus, dice la Constitución litúrgica (n.48); la fidelidad a los ritos y a los textos auténticos de la liturgia es una exigencia de la lex orandi que debe estar conforme con la lex credendi. El rito, en fin, mide el tiempo de la música y estructura el espacio del arte, haciéndolos capaces de comunicarle al hombre lo 'sagrado'; por esto poseen una dimensión apostólica, misionera y apologética. El cardinal Sarah, que ha sido secretario de Propaganda Fide, lo sabe bien”.

domingo, 30 de noviembre de 2014

TENTACIÓN SINODAL

“No habiendo logrado que los hombres practiquen lo que enseña, la Iglesia actual ha resuelto enseñar lo que practican”.
(Nicolás Gómez Dávila)


jueves, 27 de noviembre de 2014

SANTO TOMÁS Y EL PORQUÉ DE LA RELIGIÓN

En un texto poco conocido pero de profunda densidad metafísica, Santo Tomás nos ofrece una admirable fundamentación ontológica de la religión. Por el hecho mismo de ser creatura, el hombre no puede entenderse sino como “ligado” a su Creador, fuente originaria de su ser, y en tensión permanente hacia Él.

“Para poder conocer la naturaleza de la religión, indaguemos el origen de su nombre. El nombre de religión, como parece indicar Agustín en el libro “De la religión verdadera”, ha sido tomado de ‘religar’. Ahora bien, en sentido propio se dice que ‛está ligado’ aquello que está sujeto de tal manera a una cosa que su libertad de separarse de dirección de otras cosas queda suprimida. Pero ‛religazón’ (religatio) implica una nueva ligazón (ligatio), e indica que algo está otra vez ligado a aquello a lo que estuvo unido primeramente y de lo cual comenzó luego a separarse. Y puesto que toda criatura existía en Dios antes de existir por sí misma y de haber salido de Dios, y comenzó en cierto modo a estar separada de Él según su esencia en virtud de la creación, por eso es que la criatura racional debe ser religada a Dios mismo, para que de ese modo “los ríos reviertan al lugar de donde fluyeron” (Eccl. I 7). Y por eso dice Agustín en “De la religión verdadera”: ‛la religión nos religa al Dios omnipotente’.”
Santo Tomás de Aquino, Contra impugnantes Dei cultum et religionem, Prol. Cap. 1, 1.

jueves, 20 de noviembre de 2014

EL LATÍN, MÁS QUE ÚTIL, BELLO

Copio de una interesante carta aparecida en el Mercurio de Santiago el pasado 3 de noviembre, algunas consideraciones que un joven filósofo nos ofrece sobre el estudio de la lengua latina.

"El latín que debería estudiarse como disciplina obligatoria en las escuelas humanistas y en las universidades es, nada más ni nada menos, la lengua en la cual se plasmó el genio de épocas completas. Estudiar latín es introducirse en una gran odisea del espíritu humano, es sentarse a conversar con poetas, filósofos, oradores, concilios, teólogos, juristas, astrónomos y goliardos. Es darse cuenta de una gran verdad: sin estos personajes que pensaron y hablaron en latín, hoy estaríamos probablemente en las cavernas, comiéndonos los unos a los otros.
Sentarse a traducir, lentamente, las frases de algún vate o las sentencias de algún sabio, descubrir cómo nuestro castellano revela etimologías deliciosas, admirar la estructura y confección de frases musicales y recónditas, y darse cuenta de que somos herederos de un caudal aquilatado por muchos siglos es, entonces, como ir a un concierto de J. S. Bach o admirar una puesta de sol. Una actividad gratuita, pacífica, intensa y feliz".

sábado, 15 de noviembre de 2014

SAN ALBERTO MAGNO, EL SABER QUE SE VIERTE EN ALABANZA

Extracto de la Audiencia del miércoles 24 de marzo de 2010 que el Papa Benedicto XVI dedicó a San Alberto Magno, obispo y doctor, figura intelectual señera de la Iglesia.

"San Alberto muestra sobre todo que entre fe y ciencia no existe oposición, pese a algunos episodios de incomprensión que han tenido lugar en la historia. Un hombre de fe y de oración, como era san Alberto Magno, puede cultivar serenamente el estudio de las ciencias naturales y avanzar en el conocimiento del micro y del macrocosmos, descubriendo las leyes propias de la materia, porque todo esto concurre a alimentar la sed de Dios y el amor a él. La Biblia nos habla de la creación como del primer lenguaje a través del cual Dios —que es suma inteligencia, que es Logos— nos revela algo de sí mismo. El libro de la Sabiduría, por ejemplo, afirma que los fenómenos de la naturaleza, dotados de grandeza y belleza, son como las obras de un artista, a través de las cuales, por analogía, podemos conocer al Autor de la creación (cf. Sb 13, 5). Con una similitud clásica en la Edad Media y en el Renacimiento, el mundo natural puede compararse con un libro escrito por Dios, que nosotros leemos según los distintos enfoques de las ciencias ¡Cuántos científicos, siguiendo los pasos de san Alberto Magno, han llevado adelante sus investigaciones movidos por asombro y gratitud frente al mundo que, a sus ojos de estudiosos y creyentes, se presentaba y se presenta como la obra buena de un Creador sabio y amoroso! El estudio científico se transforma en un himno de alabanza. Lo había comprendido muy bien un gran astrofísico de nuestros tiempos, cuya causa de beatificación se ha incoado, Enrico Medi, el cual escribió: "Oh, vosotras, misteriosas galaxias..., yo os veo, os calculo, os entiendo, os estudio y os descubro, penetro en vosotras y os recojo. Tomo vuestra luz y con ella hago ciencia; tomo el movimiento y hago de él sabiduría; tomo el destello de los colores y hago de él poesía; os tomo a vosotras, estrellas, en mis manos, y temblando en la unidad de mi ser os elevo por encima de vosotras mismas, y en oración os presento al Creador, que vosotras sólo podéis adorar a través de mí" (Le opere. Inno alla creazione).
San Alberto Magno nos recuerda que entre ciencia y fe existe amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, mediante su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante camino de santidad".
Fuente:www.vatican.va

jueves, 13 de noviembre de 2014

INGENUIDAD PASTORAL

"La Iglesia, al abrir de par en par sus puertas, 
quiso facilitarles la entrada a los de fuera, 
sin pensar que más bien les facilitaba la salida a los de adentro".
(Nicolás Gómez Dávila)

miércoles, 5 de noviembre de 2014

UNA ESPINA EN EL ALMA DEL BEATO PABLO VI

Seis meses antes de su muerte el Papa Pablo VI manifestaba al clero de Roma el profundo dolor que causaba en su alma la ola creciente de las defecciones sacerdotales. Junto con alentar a los sacerdotes a ser fieles al llamado de Cristo, el Papa deploraba el afán desmedido de muchos clérigos por asimilarse a un hombre de mundo, desacralizando así su persona y su ministerio. Un texto digno de meditación y de perenne actualidad, si de verdad se busca un repunte significativo en el número de las vocaciones sacerdotales.

“…Nos abstenemos ahora de considerar las formas y las proporciones del fenómeno de las defecciones sacerdotales que estos últimos años ha afligido a la Iglesia y que está presente cada día en nuestra pena y en nuestra oración.
Las estadísticas nos abruman; la casuística nos desconcierta; las motivaciones, sí, nos imponen respeto y nos mueven a compasión, pero nos causan un dolor inmenso; la suerte de los débiles que han encontrado fuerza para desertar de su compromiso nos confunde y nos hace invocar la misericordia de Dios. Que sean justamente los predilectos de la Casa de Dios quienes impugnen su estabilidad y violen sus costumbres tiene para nosotros algo de inverosímil, qué nos pone en los labios las angustiadas palabras del Salmo: Si inimicus meus maledixisset mihi, sustinuissem utique… “Si me hubiese injuriado un enemigo, lo habría soportado; si se hubiese alzado contra mí un adversario, me habría escondido de él. ¡Pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente! ¡Nos unía una dulce amistad, caminábamos jubilosos hacia la casa de Dios!" (Sal 54, 13-15).
Una táctica calculada se ha apoderado de la sicología de algunos hermanos en el sacerdocio —queremos creer que pocos— para desconsagrar su figura tradicional; un proceso de desacralización se ha apoderado de la institución sacerdotal para demoler su consistencia y cubrir sus ruinas, una manía de aseglaramiento ha arrancado las ínfulas exteriores del hábito sagrado y ha extirpado del corazón de algunos la sagrada reverencia debida a su propia persona, para sustituirla con una exhibida vanidad de lo profano y a veces incluso con la audacia de lo ilícito y de lo intemperante”. (DISCURSO DEL BEATO PABLO VI A LO SACERDOTES DE ROMA. Capilla Sixtina, viernes 10 de febrero de 1978).
Fuente: www.vatican.va

miércoles, 29 de octubre de 2014

ARTE Y ORACIÓN EN BENEDICTO XVI

Atrás quedaron los años de barbarie antiestética que acompañaron la reforma litúrgica posconciliar. Una herencia valiosa que el Papa Benedicto XVI ha dejado a la Iglesia y a la humanidad es la constante presencia, en su magisterio, de la importancia de la belleza como camino de encuentro con el Dios vivo y verdadero. A continuación recojo un extracto de una Audiencia dedicada a las relaciones entre arte y oración.

“El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.
Pero hay expresiones artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe. Podemos encontrar un ejemplo cuando visitamos una catedral gótica: quedamos arrebatados por las líneas verticales que se recortan hacia el cielo y atraen hacia lo alto nuestra mirada y nuestro espíritu, mientras al mismo tiempo nos sentimos pequeños, pero con deseos de plenitud… O cuando entramos en una iglesia románica: se nos invita de forma espontánea al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios está de algún modo encerrada la fe de generaciones. O también, cuando escuchamos un fragmento de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón, nuestro espíritu se ve como dilatado y ayudado para dirigirse a Dios...


Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los pueblos en todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos remiten a la relación con Dios. Por eso, la visita a los lugares de arte no ha de ser sólo ocasión de enriquecimiento cultural —también esto—, sino sobre todo un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestra relación y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar —en el paso de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que significa— el rayo de belleza que nos toca, que casi nos «hiere» en lo profundo y nos invita a elevarnos hacia Dios”. (Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 31 de agosto de 2011) 

lunes, 27 de octubre de 2014

UN CONTENTO EN EXPANSIÓN

“Estoy muy contento de que el usus antiquior viva ahora una paz plena en la Iglesia, también entre los jóvenes, apoyado y celebrado por grandes cardenales. Estaré espiritualmente con ustedes…”

(De la carta de Benedicto XVI, Papa emérito, al Delegado General del Coetus Internationalis Summorum Pontificum, 10-X-2014).


viernes, 24 de octubre de 2014

¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (II)

Presento la segunda parte del artículo de don Enrico Cattaneo aparecido en La Nuova Bussola Quodiana (2o-X-2014)

“Que el Sínodo haya ignorado por completo este aspecto, parece algo desconcertante y preocupante. Si la Iglesia ya no sabe más proponer íntegramente el mensaje evangélico sobre la sexualidad, esto significa entonces que la mentalidad del mundo ha entrado simplemente en la Iglesia. Y yendo un poco al fondo de la cuestión, hay un motivo de este confusionismo, que ha llegado desde el momento en que se ha pretendido nivelar todas las vocaciones, todos los carismas, diciendo que la elección de la virginidad por el Reino de los cielos no es "mejor" que la del estado matrimonial. ¿No habla Pablo de “aspirar a los mejores carismas” (1 Cor 12, 13)? ¿Y acaso no dice también que quien se casa “hace una cosa buena”, pero que quien no se casa para pertenecer completamente al Señor “hace algo mejor” (cf. 1 Cor 7, 32-38)? ¿Y no ha sido siempre ésta la posición de la Iglesia Católica en sus dos mil años de historia? ¿Acaso Dios no es libre de dar sus dones, y ofrecer a uno cinco talentos, y a otro dos, y a otro incluso uno? Corresponderá luego a cada uno hacer fructificar al máximo el don recibido, y según esto valorará el Señor la santidad de la persona.
  Volviendo al Sínodo, debería quedar claro que la crisis de la familia también es debida a la crisis de la moral sexual. Ahora bien, en vez de rociar un poco de agua bendita sobre situaciones objetivas de pecado (y ya se ha señalado cómo en la relación-síntesis falta justamente este concepto), ¿por qué no hacer también para la sexualidad aquella propuesta positiva que se quiere hacer para la familia ? Dicho en otras palabras, hay dos "bellezas" evangélicas que presentar: "la belleza de la familia", escuela de amor sacrificado, de fecundidad y comunión, y la "belleza de la castidad,  “escuela de autodisciplina y de elevación del amor humano y cristiano. 
  Si la reflexión sobre la familia que se llevará a cabo hasta el Sínodo ordinario del próximo año, se redujera a copiar de los ortodoxos lo referente a la comunión de los divorciados vueltos a casar; a copiar de los protestantes el considerar el Evangelio como un ideal, dejando a la conciencia de cada uno el decidir en las situaciones concretas; a copiar de los anglicanos el entender la sinodalidad como un resolver las cuestiones a fuerza de mayoría, entonces no se comprende en qué queda aquella "creatividad" que ha sido solicitada por el papa Francisco”.

jueves, 23 de octubre de 2014

¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (I)

Ofrezco en dos entradas sucesivas una traducción al español de un interesante artículo de don Enrico Cattaneo, publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, el pasado 20 de octubre, sobre el reciente Sínodo. Con mesura y claridad el autor apunta hacia una de las más notorias insuficiencias de esta primera etapa sinodal.
¿LA CASTIDAD YA NO ES UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO 
Por Enrico Cattaneo
“Pienso que no solo los Padres sinodales, sino también todos los católicos y todas las personas de buena voluntad han vivido con mucho dolor interior el dilema debatido en el Sínodo entre el ser fieles a la doctrina de Cristo sobre el matrimonio y al mismo tiempo salir al encuentro de tantas situaciones de fragilidad, de quiebra, de crisis de la familia. Esta laceración interior, presente ciertamente en todos los Padres sinodales y en los demás participantes (matrimonios, religiosos y observadores de otras confesiones), impide clasificar con simpleza las varias posiciones, contraponiendo los "conservadores" a los "abiertos",  y los "rígidos" a los "misericordiosos."
También la relación-síntesis de la primera semana, hecha por el card. Erdó, reflejaba esta laceración, e indicaba las posibles vías para afrontar los problemas de la familia, manteniendo firme la doctrina. Las cosas positivas presentes en esta relación son muchas, pero otras dejan un sentimiento de malestar. Entre las cosas positivas debe subrayarse la actitud de fondo de asumir, de cara a la crisis de la institución familiar, la presentación de "el Evangelio de la familia", es decir de toda la belleza del matrimonio y de la familia cristiana, testimoniada por tantos esposos y por muchas familias. Esta "belleza", fruto de la gracia, pasa ciertamente por el camino de la cruz, hasta el heroísmo del amor sacrificado.
La relación del card. Erdó también tocaba muchas situaciones que están más o menos directamente en conexión con la familia, como la convivencia (y por lo mismo las relaciones prematrimoniales), las uniones de hecho, el matrimonio civil entre bautizados y la cuestión de la homosexualidad.
Ahora nos preguntamos: en lugar de plantear soluciones ambiguas, que no hacen más que desorientar a los fieles, ¿por qué no se ha dicho ninguna palabra sobre la "belleza de la castidad” como valor auténticamente humano y cristiano? ¿Es que a lo mejor la castidad ya dejó de ser una virtud? ¿O quizá es que la Iglesia ya no tiene la valentía de indicar a los jóvenes, a los novios y también a las parejas casadas, el valor de la castidad y la virginidad por el Reino de los cielos? ¿No sería éste el verdadero mensaje profético para nuestro tiempo”?
Por otra parte, los primeros cristianos, que estaban inmersos en un mundo corrompido bajo todo punto de vista, se presentaron proclamando, de una parte, la belleza del matrimonio cristiano, monógamo e indisoluble, signo de la unión de Cristo con la Iglesia, pero también proponiendo la superior belleza de la virginidad, abrazada a causa de Cristo y del Evangelio. ¿Acaso Jesús no fue virgen? ¿Y la Madre de Jesús, María, no ha sido proclamada en todo tiempo "la siempre Virgen?" Ciertamente, los tiempos modernos exigen una presentación conforme a las problemáticas de hoy. ¿Pero será posible que no existan hoy teólogos, pastores, médicos, psicólogos, sociólogos, que puedan mostrar la belleza de la castidad como valor humano, y sobre todo la virginidad por el Reino de los cielos? Éste debería ser el trabajo a realizar, y esperamos que se haga en el año dedicado a la vida consagrada (noviembre 2014-2015).

martes, 21 de octubre de 2014

ADVERTENCIA


Racionalizar el dogma, ablandar la moral, simplificar el rito, no facilitan el acercamiento del incrédulo sino el acercamiento al incrédulo.
(Nicolás Gómez Dávila)

miércoles, 15 de octubre de 2014

PRESENTIMIENTO

“La Iglesia necesitará siglos de oración y de silencio 
para forjar de nuevo su alma emblandecida”
(Nicolás Gómez Dávila)


lunes, 13 de octubre de 2014

EL DOBLE MILAGRO DE LA CONSAGRACIÓN

“¿Qué sucede, pues, en la Misa cuando el sacerdote, habiendo tomado el pan y el vino, repite las mismas palabras de Jesús?
Con un doble milagro, asistido por la omnipotencia divina, la Eucaristía se constituye como sacrifico de Cristo y como sacramento de Cristo. El primer milagro concierne al tiempo; el segundo al espacio. Por el primer milagro, en el momento en que se pronuncian las palabras de la doble consagración del pan y del vino, nos hacemos invisiblemente presentes al sacrifico cruento de la Cruz, ofrecido de una vez por todas en Jerusalén para la salud del mundo: he ahí el aspecto sacrificial de la Eucaristía. El segundo milagro es aquel por el que el cuerpo glorioso de Cristo se hace presente en cada uno de nuestros altares, en un lugar de nuestro espacio: he ahí el aspecto sacramental de la Eucaristía. Estos dos milagros están tan estrechamente unidos, que se les puede considerar como las dos caras de un único milagro”. (Charles Journet, La Eucaristía, Sacrificio y Sacramento de Cristo, México 1973, p. 25-26).

En el texto arriba citado, Charles Journet, Cardenal y teólogo insigne, explica que en la Misa, durante la Consagración, asistimos a un doble milagro en el que las leyes del tiempo y del espacio, por acción del poder de Dios, quedan en un misterioso suspenso. Es tan grandioso lo que ocurre en ese instante divino, que solo el estupor silencioso del alma y la quietud del cuerpo arrodillado merecen ser reconocidos como la verdadera y auténtica respuesta del creyente ante la presencia de tan grande misterio.                

lunes, 6 de octubre de 2014

LA MISA TRADICIONAL DEFIENDE EL SENTIDO DE LO SAGRADO. HABLA UNA VOZ AUTORIZADA

Ofrecemos una traducción de la entrevista que Don Roberto Spataro SDB, secretario de la Pontificia Academia Latinitas, creada por Benedicto XVI en 2012 para estudio y difusión de la lengua y cultura latinas, ha dado a Lettera Napoletana con ocasión de su visita a Bacoli (Nápoles) el pasado 27 de julio. Don Spataro, docente de literatura cristiana, es un gran amante y defensor de la liturgia tradicional. En sus respuestas, breves pero incisivas, resalta el papel siempre actual y necesario de la Forma Extraordinaria del rito Romano.

P. ¿Considera que la Misa en el rito romano antiguo sea una respuesta, para los fieles que participan en ella, a la pérdida del sentido de lo sagrado en nuestra sociedad?
R. Estoy de acuerdo. En el mundo occidental, como está a la vista de todos, el proceso de secularización se vuelve dramáticamente siempre más agresivo e invasivo. Por tanto, es necesario ofrecer espacios donde lo "sagrado", es decir, la presencia objetiva de Dios, sea comunicado y aprendido, acogido y asimilado. La Misa "tridentina" privilegia un lenguaje, hecho de palabras en una lengua reservada a Dios, y de elocuentes símbolos, que involucran todos los sentidos externos e internos del hombre, capaz de transmitir inmediatamente y con eficacia la belleza y la potencia de lo "sagrado".
P. ¿Cómo explica el hecho de que sobre todo en los países anglosajones, pero también en Brasil, sean especialmente los jóvenes los más atraídos por el rito tradicional?
R. En los países anglosajones sucede un fenómeno significativo: no son pocos los jóvenes que procedentes de varias denominaciones protestantes adhieren al Catolicismo y aman la Misa "tridentina" porque en ella encuentran lo que, movidos por la gracia de Dios, buscaban: la naturaleza sacrificial de la Misa, el papel insustituible del sacerdocio ordenado, la fe en la presencia real y en la transubstanciación. Por otra parte, perciben en la Misa Tridentina una verdadera y propia suma de la fe católica a la que han dado su apoyo con entusiasmo y, a veces, soportando obstáculos e incomprensiones.
P. En relación al clero, se encuentran mucho más fácilmente sacerdotes de entre 30 a 40 años dispuestos a celebrar el rito tridentino que sacerdotes de entre 50 a 60. ¿Cómo es eso?
R. Los sacerdotes que hoy tienen entre 50 y 70 años se formaron en los años del postconcilio, cuando existía una cierta sospecha, por no decir una verdadera y propia hostilidad, hacia la Tradición, y se buscaba, en la teología y en la pastoral, un "novum" concebido ingenuamente como un "bonum". Están, por tanto, psicológicamente bloqueados hacia lo que consideran un "retorno al pasado". En las generaciones más jóvenes, especialmente entre aquellos seminaristas y jóvenes que han seguido con alegría la enseñanza del Papa Benedicto XVI, este prejuicio no existe, porque no han vivido ni los años del Concilio ni las primeras décadas que le siguieron. Para algunos de ellos, la Tradición es un recurso, un "regreso al futuro", si se me permite el oxímoron.
P. En una reciente conferencia usted habló de "minorías creativas" en relación a los grupos de fieles que se organizan para pedir a los párrocos celebrar con el Vetus Ordo y ha recordado que las reformas, también litúrgicas, han comenzado a veces de pequeñas comunidades monásticas.
R. El concepto de "minoría creativa" ha sido valorizado por el entonces Cardenal Ratzinger para describir grupos de personas que, con sus fuertes motivaciones, su testimonio de vida, a veces con su organización, y sobre todo con su adhesión a un pensamiento "fuerte", inspirado en los valores del humanismo cristiano, los "principios no negociables", pueden regenerar desde dentro la sociedad corroída por la "dictadura del relativismo", un poco como las antiguas comunidades monásticas han salvado y renovado de modo creativo la civilización romana en su crepúsculo. En el fondo, "minoría creativa" es un concepto cercano a la categoría bíblica de "pequeño resto", aquellos pocos que, a causa de su fidelidad a Dios, se vuelven un instrumento de su acción redentora. Incluso en las épocas más oscuras de la historia, Dios, en su providencia, siempre suscita la presencia de personas piadosas y buenas, humildes y valientes.
P. Después del Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI piensa que el clima esté cambiando y que, al menos en Italia, la difusión del rito romano antiguo ocurra con mayor dificultad?
R. No estoy en condiciones de establecer un "ranking" nacional de resistencia al Motu Proprio. Ciertamente, miembros del clero y conocidos prelados en Italia no han ocultado su oposición a Summorum Pontificum. Pero séame permitido decir que, no pocas veces, gentes que expresan su desacuerdo con la Misa tridentina tienen un conocimiento superficial y contestan un documento pontificio sin haberlo leído nunca en su totalidad.
P. Para tantos católicos desorientados por la agresión de la cultura laicista y por la desacralización, ¿piensa que el retorno de la Misa tridentina sea una esperanza?
R. ¡Indudablemente! En torno a esta noble forma litúrgica, realmente culmen et fons (culmen y fuente), fieles laicos y sacerdotes organizan su propia vida espiritual. Sacan los tesoros de la gracia divina y encuentran, como puedo constatar sobre todo entre los fieles laicos, un alimento sólido para corroborar la propia fe y dar un testimonio valiente, en un ambiente que tiende a marginar el Cristianismo y su incidencia social, con los resultados de volver el mundo, justo por su indiferencia y hostilidad  a Dios, menos humano y misericordioso, como nos lo recuerda el Papa Francisco.
Fuente: Lettera Napoletana, en www.summorumpontificum.org/2014/09/don-roberto-spataro-la-messa-tridentina-difende-il-senso-del-sacro/

jueves, 2 de octubre de 2014

LOS ÁNGELES CUSTODIOS, ESCOLTAS Y AMIGOS

Así responde Santo Tomás de Aquino a la cuestión sobre la conveniencia de que a todo hombre le sea dado un ángel custodio:

“El hombre se encuentra en la vida presente como en un camino por el que ha de marchar hacia su patria. En este camino le amenazan muchos peligros, tanto interiores como exteriores, según aquello del salmo 141, 4: En la senda por donde voy me han escondido una trampa. Por eso, así como a los que van por caminos inseguros se les pone guardias, así también a cada uno de los hombres, mientras camina por este mundo, se le da un ángel que le guarde. Pero cuando haya llegado al término de este camino, ya no tendrá ángel custodio, sino que tendrá en el cielo un ángel que con él reine, o en el infierno un demonio que le torture” (S. Th., I, q.113, a.4 c).
Y hoy mismo, festividad de los Santos Ángeles Custodios, el Papa Francisco ha recordado esta doctrina de fe, expresión de la exquisita delicadeza con que la Providencia Divina cuida de sus criaturas, y ha formulado algunas peguntas para despertar en los fieles esta antiquísima devoción: “Hoy, haría la pregunta: ¿cómo es mi relación con el ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿Le digo buen día, a la mañana? ¿Le digo: ‘custódiame durante el sueño?’.¿Hablo con él? ¿Le pido consejo? Él está a mi lado. Esta pregunta podemos responderla hoy, cada uno de nosotros: ¿Cómo es mi relación con este ángel que el Señor ha enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en los cielos?” (Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 2.X.2014).

miércoles, 1 de octubre de 2014

TERESA DE LISIEUX Y SU ASCENSOR AL CIELO

Teresita de Lisieux, siempre consciente del abismo que la separaba de los grandes santos, nunca perdió la esperanza de encontrar un camino corto que la condujera pronta y fácilmente a la fascinación por Cristo, que era todo su anhelo. Dos textos de la Escritura le mostrarán el camino que buscaba: Si alguno es pequeño, que venga a mí (Prov 9, 4); Como una madre acaricia a su hijo, así yo os consolaré, os llevaré en mi regazo y os meceré sobre mis rodillas (Is 66, 13). Y de pronto se abre ante sus ojos todo el camino de la infancia espiritual: hacerse niña delante de Dios para que sea Él quien haga las cosas, tal como un buen padre o una buena madre le hacen todo a sus hijos pequeños y desvalidos. He aquí su propio testimonio: “Sabéis, Madre mía, que siempre he deseado ser santa. Pero ¡ay!, cuantas veces me he comparado con los santos siempre he comprobado que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cima se pierde en los cielos y el oscuro grano de arena que a su paso pisan los caminantes.
Pero en  vez de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no podría inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad… Pero quiero hallar el modo de ir al cielo por un caminito muy recto, muy corto, por un caminito del todo nuevo. Estamos en el siglo de los inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de subir los peldaños de una escalera; en las casas de los ricos el ascensor la suple ventajosamente. Pues bien, yo quisiera encontrar también un ascensor para elevarme hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de la perfección”.

Es entonces cuando lee y medita los textos de la Sagrada Escritura citados arriba y exclama inundada de gozo: “¡Ah, nunca palabras más tiernas, más melodiosas, me alegraron el alma! ¡El ascensor que ha de elevarme al cielo son vuestros brazos, oh Jesús! Por eso, no necesito crecer, al contrario, he de permanecer pequeña, empequeñecerme cada vez más” (Ms C Fol. 2v°).

sábado, 27 de septiembre de 2014

BEATO ÁLVARO DEL PORTILLO, UN ALMA EUCARÍSTICA

Como homenaje al Beato Álvaro Del Portillo, nueva estrella que Dios se ha dignado encender en el firmamento de su Iglesia, transcribo algunos textos suyos que manifiestan la hondura de su amor por la Misa y el Sagrario.

“Toda nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestras palabras, nuestras obras y nuestros deseos, han de ser para el Señor Sacramentado”.

“Un alma de fe reconoce en el Sacrificio del altar el portento más extraordinario que se lleva a cabo en este mundo nuestro. Asistir a la Misa –para los sacerdotes celebrarla-, significa tanto como desligarse de los lazos caducos de lugar y tiempo, propios de nuestra condición humana, para situarnos en la cima del Gólgota junto a la Cruz donde Jesús muere por nuestros pecados, participando activamente en su Sacrificio redentor”.

“Sólo de Jesucristo escondido en el Sagrario provienen los verdaderos frutos de apostolado”.

“Pidamos perdón a la Trinidad Beatísima por nuestras negligencias pasadas y, amparándonos en la intercesión de nuestro santo Fundador, y siguiendo su ejemplo, hagamos el propósito de vivir el Santo Sacrificio, como trabajo de Dios: un trabajo que absorbe, que encanta, que cuesta, que agota, porque requiere que pongamos en esa acción divina nuestros sentidos y potencias, todo nuestro ser”.

“No hay nada que se pueda comparar en esta tierra a la unión con Cristo en el Sacrificio del altar”.

“Mientras no se trate con más amor al Señor en este Sacramento adorable, la Iglesia no superará estos momentos de dura prueba”.

lunes, 22 de septiembre de 2014

PIEDRAS QUE CANTAN A DIOS

G. K. Chesterton veía en la maravillosa grandeza de las catedrales medievales un cumplimiento cabal de lo vaticinado por Jesucristo, cuando cabalgaba triunfante hacia Jerusalén: “Os digo que si éstos callan gritarán las piedras” (Lc 19, 40). En efecto, “Cristo -dice Chesterton- profetizó la arquitectura gótica aquél día en  que las gentes educadas y respetables protestaron contra la algazara de los haraganes que le aclamaron en Jerusalén… Y así se alzaron, como ecos clamorosos de aquellos vítores, las fachadas de las catedrales medievales, pobladas de caras chillonas y de bocas abiertas. Y así, gritando las piedras, se pudo cumplir la profecía”. (Cf Ciudadano Chesterton. Una antropología escandalosa, Ed. Palabra, Madrid 2111, p. 111). 
Un estudioso del arte gótico ha escrito: “Lancemos una mirada sobre una catedral gótica. Veremos, por decirlo así, un movimiento vertical petrificado, en el cual la ley de la gravedad parece anulada. Veremos un movimiento de inaudita fuerza, dirigido hacia arriba, opuesto a la natural dirección de la gravedad pétrea. No hay muros; no hay masas que nos den la impresión de realidad firme y material. Mil fuerzas particulares nos hablan, sin dejar que nos demos cuenta de su materialidad, actuando como heraldos de una expresión inmaterial, de un movimiento irreprimido de ascensión. En vano buscamos una indicación —necesaria para nuestro sentimiento— que aluda a la relación entre carga y fuerza. Dijérase que aquí no hay carga. Sólo percibimos fuerzas, fuerzas libres, irreprimidas, fuerzas que se lanzan a lo alto con indecible aliento. Es bien claro que aquí la piedra ha quedado despojada de su peso material, que aquí la piedra sustenta una expresión insensible, incorpórea, que aquí la piedra está como desmaterializada.” (W. Worringer, La esencia del estilo gótico, Buenos Aires 1973).  Dicho con otras palabras, en las catedrales góticas las piedras se hacen música, se vuelven canto gregoriano. El Papa Benedicto XVI también ha dicho que el templo gótico invita hacia lo alto porque “la unidad de una catedral gótica, como es sabido, no es la unidad estática de un templo clásico, sino una unidad nacida de la tensión dinámica de diferentes fuerzas que empujan la arquitectura hacia arriba, orientándola hacia el cielo” (Homilía en la Catedral de San Patricio, Nueva York 19 de abril de 2008). El templo contemporáneo, en cambio, muchas veces no eleva, simplemente ensancha.

domingo, 14 de septiembre de 2014

50 AÑOS DE UNA CONCELEBRACIÓN

El 14 de septiembre de 1964, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se iniciaba en Roma la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Una novedad de esta tercera etapa conciliar sería su misa de inicio: una solemne concelebración -la primera- en el altar de la Basílica vaticana presidida por el Papa Pablo VI, acompañado de 24 concelebrantes de las más variadas partes del mundo. Una ceremonia hasta entonces casi desconocida y que venía a representar como un primer estreno de la reforma litúrgica en marcha.
El joven sacerdote español, José Luis Martín Descalzo, entonces corresponsal de prensa en la asamblea conciliar, nos ha dejado un sorprendente relato de sus impresiones sobre tal acontecimiento. Con el entusiasmo tan propio del clero de aquella década, escribe: “¡Dios Santo, y que hubiéramos perdido esta maravilla! Cierro los ojos-ahora que es de noche- y veo aparecer en mi imaginación la blanca mesa cuadrada. En torno a ella tienden sus manos 25 hombres, dicen al unísono las mismas palabras, hacen un único milagro, son una única Iglesia. ¡Dios mío, y que hubiéramos perdido este prodigio!”. A juzgar por los testimonios gráficos hoy disponibles y cierta objetividad que suele dar el paso del tiempo, debo confesar que tal celebración está muy lejos de suscitar en mí las emociones vividas por el padre Martín Descalzo y narradas con candor casi infantil. En efecto, ese círculo que se cierra sobre sí mismo en torno al altar-mesa, ¿no era quizá la expresión litúrgica de una Iglesia que comenzaba a mirarse demasiado a sí misma? En todo caso, aun reconociendo el impacto emocional de quienes vivieron ese momento, la Eucaristía así celebrada –con la perspectiva de medio siglo transcurrido- me parece escasa en belleza litúrgica y pobre de sentido sagrado.
Entrada inspirada en www.germinansgerminabit.org. Capítulo 23: Olor a Jueves Santo (22/05/2010)

sábado, 13 de septiembre de 2014

SAN JUAN CRISÓSTOMO, CUANDO EL AMOR VENCE AL TEMOR

“Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca aunque se levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.
¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos? Y, allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor? Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga.» Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también”. (De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo. Homilía antes de partir al exilio, 1-3: PG 52, 427*-430)

viernes, 12 de septiembre de 2014

UN ENCUENTRO CON LA MISA TRIDENTINA

En un simpático y sugerente artículo, La Misa no ha terminado, Deo gratias, publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, el escritor italiano Rino Cammilleri nos cuenta, en medio de graciosos recuerdos, la impresión que le ha causado su reciente encuentro con la liturgia tradicional, en la pequeña iglesia de su pueblo veraniego. Un texto para disfrutar y pensar.

LA MISA NO HA TERMINADO, DEO GRATIAS 
por Rino Cammilleri

Declaro que en lo que voy a decir no hay ninguna intención de polemizar, porque las disputas intraeclesiales no me apasionan. Más bien me molestan. Son cosas de sacerdotes, en la que los laicos, en mi opinión, mientras menos abran la boca, mejor. Con demasiada frecuencia los sacerdotes se comportan como si la Iglesia fuera "cosa suya" y responden enojados cuando se les critica. Desde hace cincuenta años, es decir desde los tiempos del Concilio, que el clero se llena la boca con el famoso "papel de los laicos", pero luego, a fin de cuentas, el papel de los laicos lo querrían siempre así: de rodillas, obedientes y abiertas las carteras.
Tengo ahora una cierta edad y confieso que, cuando oigo hablar o leo sobre disputas acerca del Concilio cambio de canal o de página o hago clic en cualquier otra cosa. Dígase lo mismo para la Misa, si nuevo rito o rito antiguo, si rito extraordinario, si progresismo o tradicionalismo. Serán los años, pero estoy cansado desde hace tiempo. Cuando mi abuelo tenía la edad que yo tengo ahora y era un niño, solía decirme siempre: mantente lejos de los sacerdotes; hónralos, reveréncialos  y salúdalos por la calle, besa su mano (entonces se usaba) y asiste a Misa, pero no te mezcles con ellos. Con sorpresa, convertido en escritor, me di cuenta de que el Padre Pío era de la misma opinión. No soportaba a los laicos que zumbaban alrededor de las sotanas: entonces se llamaban "beatos", hoy "comprometidos en la pastoral." El santo decía, con su acostumbrada brusquedad: "o dentro o fuera." Es decir, si te gusta el ambiente, entra en el clero, si no, sal de la sacristía y sé de verdad un laico.
La experiencia es aquella cosa que cuando ya la has hecho, notas que es demasiado tarde. De hecho, hoy sé –por experiencia- que, tanto mi abuelo (hombre muy religioso) como el Padre Pío (santo, asceta y místico) tenían razón. Ambos pasaron sus apuros por culpa del clero: las vicisitudes del Padre Pío son conocidas (reléase mi libro La vida del Padre Pío, Ed. Piemme, reimpreso varias veces), y mi abuelo (que era comerciante) salió medio arruinado económicamente por haberse fiado de unos sacerdotes en un negocio. Dicho todo esto, voy  al grano.
Desde hace muchos años que en mi mente la Misa dominical está asociada a una hora de martirio que con gusto preferiría evitar. Tedio. Tristeza. Homilías banales e interminables. Cancioncillas pop con letra estúpida. Agotadoras y retóricas invocaciones al Padre eterno que terminan con un "escúchanos Señor". Sudorosos signos de paz. Ridícula mini procesión para llevar "los dones" al altar. Avisos parroquiales kilométricos para escuchar de pie antes de la bendición final (es decir, abusivamente incorporados en la liturgia). Un "Demos gracias a Dios", que es (para mí) un grito de alivio antes de salir -¡finalmente!- para ver las estrellas. Repito: ningún afán de polémica. Solo se trata de mis personales sensaciones.
Ahora, sin embargo, he descubierto que en la pequeña ciudad sobre el Lago Maggiore, donde suelo pasar el verano hay un sacerdote que dice la Misa antigua. Una sola, el sábado por la tarde. Fui allí por curiosidad. Sí, porque cuando regía el viejo rito no solía ir, así que para mí era una verdadera novedad. Asombro: el celebrante hacía casi todo el solo, los asistentes debían "responder" en raras ocasiones. Silencio. El centro de todo era el tabernáculo, no  el show del sacerdote. Uno, en un rincón, entonaba los antiguos himnos en latín y -sorpresa- alguna cosa me derretía por dentro. No me daba cuenta del paso del tiempo, me encontraba atento y concentrado como nunca, realmente estaba “participando”. Salí incluso traspasado por un sentido de lo sagrado que nunca antes había experimentado. Había a disposición unos libros para seguir la Misa, aquellos con cintas de color rojo para señalar las páginas. Yo no entendía mucho, pero -otra sorpresa- una bengalesa sentada a mi lado, captando mi dificultad, comenzó a indicarme los pasos correctos.
¡Una bengalesa! El 5 de agosto, una lectora romana me escribió contándome de la Misa a la que había asistido por la mañana en la Basílica de Santa María La Mayor. Cada año, en el aniversario de la fiesta, se celebra solemnemente en latín. Escribe la lectora: "Me encontré cantando y respondiendo junto a una pareja de jóvenes alemanes y dos negras americanas que conocían a la perfección las partes de la misa en latín, tanto rezadas como cantadas; lo mismo me sucedió hace años con unos japoneses; y este es un modo verdaderamente conmovedor de sentir y experimentar la catolicidad de la Iglesia". Desde luego: para «ponerse al día» con los años sesenta -del siglo pasado- la Iglesia renunció a su lengua sagrada (mientras que el judaísmo y el islamismo mantienen rigurosamente la suya). El resultado de lo que Vittorio Messori definió en una entrevista como "un golpe clerical" es que si recorro, que sé yo, España, tengo que asistir a Misas en catalán, castellano, euskera y así sucesivamente.
En el turista católico con dificultad advierto a un hermano y la "catolicidad" de la que hablaba la lectora se convierte en teoría, no en un sentimiento palpable. Perdón, pero nosotros también estamos hechos de cuerpo. En aquella pequeña iglesia en el Lago Maggiore he visto a un sacerdote que llevaba a Dios las oraciones del pueblo que estaba detrás de él en religioso (es el caso de decirlo) recogimiento. Naturalmente –me ha contado después- se ha enemistado con el obispo y con todos los colegas de la diócesis a causa de su obstinación –llamada de "lefebvriana"- de  querer celebrar una (¡solo una!) Misa a la semana según el motu proprio de Benedicto XVI. Pero tranquilos, cuando haya terminado el verano y esté de regreso en la ciudad no tengo ninguna intención de recorrer kilómetros para ir a buscar una Misa de rito "extraordinario" (sic!). Ofreceré, como siempre, mi pena dominical al Señor en la parroquia acostumbrada, en descargo de mis pecados.

Traducción: El Búho Escrutador
Versión original en italiano: La Nuova Bussola Quotidiana
Otra versión en español: Religión en Libertad