jueves, 23 de octubre de 2014

¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (I)

Ofrezco en dos entradas sucesivas una traducción al español de un interesante artículo de don Enrico Cattaneo, publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, el pasado 20 de octubre, sobre el reciente Sínodo. Con mesura y claridad el autor apunta hacia una de las más notorias insuficiencias de esta primera etapa sinodal.
¿LA CASTIDAD YA NO ES UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO 
Por Enrico Cattaneo
“Pienso que no solo los Padres sinodales, sino también todos los católicos y todas las personas de buena voluntad han vivido con mucho dolor interior el dilema debatido en el Sínodo entre el ser fieles a la doctrina de Cristo sobre el matrimonio y al mismo tiempo salir al encuentro de tantas situaciones de fragilidad, de quiebra, de crisis de la familia. Esta laceración interior, presente ciertamente en todos los Padres sinodales y en los demás participantes (matrimonios, religiosos y observadores de otras confesiones), impide clasificar con simpleza las varias posiciones, contraponiendo los "conservadores" a los "abiertos",  y los "rígidos" a los "misericordiosos."
También la relación-síntesis de la primera semana, hecha por el card. Erdó, reflejaba esta laceración, e indicaba las posibles vías para afrontar los problemas de la familia, manteniendo firme la doctrina. Las cosas positivas presentes en esta relación son muchas, pero otras dejan un sentimiento de malestar. Entre las cosas positivas debe subrayarse la actitud de fondo de asumir, de cara a la crisis de la institución familiar, la presentación de "el Evangelio de la familia", es decir de toda la belleza del matrimonio y de la familia cristiana, testimoniada por tantos esposos y por muchas familias. Esta "belleza", fruto de la gracia, pasa ciertamente por el camino de la cruz, hasta el heroísmo del amor sacrificado.
La relación del card. Erdó también tocaba muchas situaciones que están más o menos directamente en conexión con la familia, como la convivencia (y por lo mismo las relaciones prematrimoniales), las uniones de hecho, el matrimonio civil entre bautizados y la cuestión de la homosexualidad.
Ahora nos preguntamos: en lugar de plantear soluciones ambiguas, que no hacen más que desorientar a los fieles, ¿por qué no se ha dicho ninguna palabra sobre la "belleza de la castidad” como valor auténticamente humano y cristiano? ¿Es que a lo mejor la castidad ya dejó de ser una virtud? ¿O quizá es que la Iglesia ya no tiene la valentía de indicar a los jóvenes, a los novios y también a las parejas casadas, el valor de la castidad y la virginidad por el Reino de los cielos? ¿No sería éste el verdadero mensaje profético para nuestro tiempo”?
Por otra parte, los primeros cristianos, que estaban inmersos en un mundo corrompido bajo todo punto de vista, se presentaron proclamando, de una parte, la belleza del matrimonio cristiano, monógamo e indisoluble, signo de la unión de Cristo con la Iglesia, pero también proponiendo la superior belleza de la virginidad, abrazada a causa de Cristo y del Evangelio. ¿Acaso Jesús no fue virgen? ¿Y la Madre de Jesús, María, no ha sido proclamada en todo tiempo "la siempre Virgen?" Ciertamente, los tiempos modernos exigen una presentación conforme a las problemáticas de hoy. ¿Pero será posible que no existan hoy teólogos, pastores, médicos, psicólogos, sociólogos, que puedan mostrar la belleza de la castidad como valor humano, y sobre todo la virginidad por el Reino de los cielos? Éste debería ser el trabajo a realizar, y esperamos que se haga en el año dedicado a la vida consagrada (noviembre 2014-2015).

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