jueves, 29 de diciembre de 2016

EL POTENTE LOBBY CONTRA LA REFORMA DE LA REFORMA

Presentamos traducido al español un interesante artículo tomado del blog Antiquo robore, recientemente renovado en un distinguido formato. En él y bajo el pseudónimo de Querculanus, escribe el Padre Giovanni Scalese, Barnabita, que con agudeza y elegancia fuera de lo común, trata de los más variados temas de espiritualidad, liturgia y vida de la Iglesia.


“REFORMA DE LA REFORMA”: ¿UN ERROR?

Por Querculanus

En los días pasados el sitio de la Santa Sede ha hecho pública la nueva composición de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. Resulta difícil emitir un juicio; como justamente me lo hacía notar el oficial que me había benévolamente contactado, haría falta conocer a los Miembros uno por uno, para poder establecer cuál será la orientación del Dicasterio renovado. Entre los nombres de aquellos que eran dados por "purgados", de hecho resultan excluidos los Cardenales Raymond Leo Burke, Marc Ouellet, George Pell y Angelo Scola; mientras han sido confirmados el Cardenal Angelo Bagnasco, Mauro Piacenza y Malcom Ranjith. Estará por verse como se desarrollarán las cosas. En todo caso, una cosa es cierta: aunque todos los nuevos miembros fueran de orientación "benedictiana", después del último pronunciamiento del Papa sobre la "reforma de la reforma”, la renovada Congregación de seguro no pondrá en la orden del día la “reforma de la reforma”.

Expongamos el estado de la cuestión. Como recordarán, el Card. Sarah, en su intervención durante el congreso “Sacra Liturgia”, realizado en Londres el pasado mes de julio, reveló que el Papa Francesco le había dicho que estudiara la cuestión de la "reforma de la reforma”. Sin embargo, pocos días después tuvo lugar el comunicado de la Sala Stampa con el que se desmentía al Purpurado. En él se afirmaba además que «es mejor evitar el uso de la expresión "reforma de la reforma” en referencia a la liturgia, puesto que a veces ha sido una fuente de equívocos».

En el mes de octubre fue publicado el libro del Card. Sarah La fuerza silencio. Con tonos más matizados, ya sin involucrar al Papa, el Purpurado reafirma su convicción: Esta es mi esperanza: si Dios lo quiere, en liturgia, la reforma de la reforma se llevará a cabo, cuando Dios quiera y como Dios quiera. A pesar del rechinar de dientes, ella vendrá, porque está en juego futuro de la Iglesia.

En días pasados ha salido el volumen En tus ojos está mi palabra, que recoge las homilías y discursos del Card. Bergoglio cuando fue Arzobispo de Buenos Aires, (1999 -2013). El volumen viene introducido por una entrevista del Pontífice con el Padre Spadaro. En respuesta a una pregunta del entrevistador, el Papa Francesco afirma: «Hablar de "reforma de la reforma” es un error».

Bien, digamos que aquí hay algo que no calza. Es verdad que en su última intervención el Card. Sarah no confirma que el Papa le haya dicho de ocuparse de la "reforma de la reforma”, pero en aquella precedente lo afirmó claramente. Ahora el Papa dice: «Hablar de “reforma en la reforma” es un error». ¿Quién de los dos tiene razón?

Pero aparte de esta contradicción, que bien podría deberse a un malentendido, lo que más llama la atención es la aversión, difundida en muchos sectores de la Iglesia, incluso hacia la sola la hipótesis de una “reforma de la reforma” litúrgica. Esto era sabido desde hace tiempo. El creador de la idea de una “reforma de la reforma” había sido el Card. Ratzinger; hecho Papa, se esperaba la inmediata realización de su proyecto. Y sin embargo, nada. Más bien, en cuanto empezaron a circular algunas hipótesis de cambio, se apresuró en desmentir todo (tal como ha sucedido luego de la intervención del Card. Sarah en Londres).

Empiezo a pensar que el motu propio Summorum Pontificum del año 2007 haya sido emanado no tanto, o no solo, para salir al encuentro de los lefebrianos, sino como una especie de “nuevo expediente”, vista la imposibilidad de llevar a cabo la “reforma de la reforma”. El Card. Ratzinger ha estado siempre convencido que la coexistencia de dos ritos no es de fácil gestión, (véase al respecto la carta escrita por él al Dr. Heinz-Lothar Barth el 23 de junio de 2003, reportada por mí en el post del 22 de mayo de 2011); por este motivo estaba a favor de una “reforma de la reforma”, porque así el novus ordo podría recobrar algunos elementos del usus antiquior y llegar a ser un «un solo rito romano». Vista la imposibilidad de una “reforma de la reforma”, aparece entonces la liberalización del vetus ordo, de modo que con el tiempo las dos formas del rito romano pudieran enriquecerse mutuamente, y así poder llegar más lentamente a un nuevo y único rito romano renovado. Una hipótesis que debería ser profundizada.

Lo que resulta más chocante es esta “inviolabilidad” del rito surgido de la reforma litúrgica post-conciliar. Basta que alguien, aunque se trate del Papa, insinúe contemplar un pequeño retoque, para que inmediatamente (es muy significativo el apresuramiento de los desmentidos, cosa que no se verifica en ningún otro caso), para que inmediatamente –digo– haya un levantamiento contra quien querría atentar contra las reformas del Vaticano II. Cabe preguntarse: ¿qué potente lobby está detrás de esta defensa a ultranza de la reforma litúrgica?

En realidad, “reforma de la reforma” no significa en ningún caso abolición de la reforma litúrgica y retorno a la liturgia pre-conciliar. Sobre este punto el Card. Sarah es muy claro: no se trata de renunciar al Concilio, sino a lo más de actuarlo plenamente (es necesario admitir que la reforma litúrgica post-conciliar se ha distanciado en muchos puntos de las disposiciones de la Sacrosanctum Concilium).

“Reforma de la reforma” significa exactamente lo que los términos expresan, es decir, una ulterior revisión de la reforma litúrgica. No veo que mal pueda haber en contemplar una reforma de la reforma litúrgica. Y lo dice alguien que es un firme defensor de la liturgia post-conciliar y no siente alguna nostalgia por el vetus ordo (que, a diferencia de muchos, ha vivido desde niño como monaguillo): la liturgia actual me gusta (si se celebra como se debe) y la considero un paso adelante respecto de la antigua; sin embargo, ¿por qué excluir a priori un eventual posterior perfeccionamiento? Continuamente se dice: Ecclesia semper reformanda (véase el discurso del Papa a la Curia romana del 21 de diciembre2015); ¿por qué la liturgia no debería ser, también ella, semper reformanda?

Fuente: Querculanus
Fotogafía tomada del artículo original. En el texto italiano se encuentran variados enlaces a los que el autor remite y que no han sido señalados en la traducción.

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