jueves, 31 de agosto de 2017

OMISIONES DOLOROSAS

Sugerentes me parecen estas observaciones de Sandro Magister al reciente discurso del Papa Francisco sobre liturgia:

«Claramente no es obra suya. Nos referimos al discurso que el Papa Francisco ha leído el 25 de agosto a los participantes a la semana anual del Centro de Acción Litúrgica italiano. Un discurso lleno de referencias históricas, de citaciones doctas con sus correspondientes notas, sobre una materia que él nunca ha dominado.
Sin embargo, es posible captar silencios y palabras que reflejan muy bien su pensamiento.
Lo que ha dado más que hablar ha sido esta declaración solemne que ha hecho a propósito de la reforma litúrgica puesta en marcha por el Concilio Vaticano II:
"Podemos afirmar con seguridad y autoridad magisterial que la reforma litúrgica es irreversible".
Dicha declaración ha sido interpretada por la mayoría como una orden del Papa Francisco a detener la presunta marcha atrás iniciada por Benedicto XVI con el motu proprio "Summorum pontificum" de 2007, que restituía plena ciudadanía a la forma pre-conciliar de la misa en rito romano, permitiendo su libre celebración como segunda forma "extraordinaria" del mismo rito.
Efectivamente: en el largo discurso leído por el Papa Francisco se citan en abundancia a Pío X, Pío XII y Pablo VI. Pero, en cambio, ni una sola referencia a Benedicto XVI, grandísimo estudioso de la liturgia, o a su motu proprio, a pesar de que este verano se cumplía, precisamente, el décimo aniversario de su publicación.
Muy marginal es también la referencia a las enormes degeneraciones en la que ha caído, por desgracia, la reforma litúrgica post-conciliar, superficialmente denunciadas como "recepciones parciales y praxis que la desfiguran".
Silencio total también sobre el cardenal Robert Sarah, prefecto de la congregación para el culto divino, y sobre todo respecto a sus boicoteadas batallas en favor de una "reforma de la reforma" que restituya a la liturgia latina su auténtica naturaleza».

lunes, 28 de agosto de 2017

LOS ÚLTIMOS COMBATES DE AGUSTÍN

En el libro octavo de sus Confesiones, San Agustín nos hacer revivir el tremendo drama interior de sus últimos combates previos a su conversión. Páginas maravillosas que tocan las profundidades del corazón humano, y que han inmortalizado la vida cristiana como un arduo combate que tiene por fin descansar en Dios: quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te; porque nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. 
He aquí tres textos de esta incomparable obra de uno de los más grandes genios de la cristiandad.

«Y
a no tenía yo que responderte cuando me decías: Levántate, tú que duermes, y sal de entre los muertos, y te iluminará Cristo; y mostrándome por todas partes ser verdad lo que decías, no tenía ya absolutamente nada que responder, convicto por la verdad, sino unas palabras lentas y soñolientas: Ahora… En Seguida… Un poquito más. Pero este ahora no tenía término y este poquito más se iba prolongando» (San Agustín, Confesiones, VIII, 5).

«Y
 decíame a mí mismo interiormente: “¡Ea! Sea ahora, sea ahora”; y ya casi pasaba de la palabra a la obra, ya casi lo hacía; pero no lo llegaba a hacer. Sin embargo, ya no recaía en las cosas de antes, sino que me detenía al pie de ellas y tomaba aliento y lo intentaba de nuevo; y era ya un poco menos lo que distaba, y otro poco menos, y ya casi tocaba el término y lo tenía; pero ni llegaba a él, ni lo tocaba, ni lo tenía, dudando en morir a la muerte y vivir a la vida, pudiendo más en mí lo malo inveterado que lo bueno desacostumbrado y llenándome de mayor horror a medida que me iba acercando al momento en que debía mudarme. Y aunque no me hacía volver atrás ni apartarme del fin, me retenía suspenso. Reteníanme unas bagatelas de bagatelas y vanidades de vanidades, antiguas amigas mías; y tirábanme del vestido de la carne, y me decían por lo bajo: “¿Nos dejas?” Y “¿desde este momento no estaremos contigo por siempre jamás?” Y “¿desde este momento nunca más te será lícito esto y aquello?”… Tal era la contienda que había en mí mismo contra mí mismo» (Ibid, VIII, 11).

«M
as yo, tirándome debajo de una higuera, no sé cómo, solté la rienda a las lágrimas, brotando dos ríos de mis ojos, sacrifico tuyo aceptable. Y aunque no con estas palabras, pero sí son el mismo sentido, te dije muchas cosas como éstas: ¡Y tú, Señor, hasta cuándo! ¡Hasta cuándo, Señor, has de estar irritado No quieras más acordarte de nuestras iniquidades antiguas! Sentíame aún cautivo de ellas y lanzaba voces lastimeras: “¿Hasta cuándo, hasta cuándo, ¡mañana!, ¡mañana!? ¿Por qué no hoy? ¿Por qué no poner fin a mis torpezas en esta misma hora? (Ibid, 12)


sábado, 26 de agosto de 2017

EL SIGNIFICADO DE LAS SACRAS


L
a forma extraordinaria del rito romano es particularmente espléndida a la hora de vestir el altar para la Santa Misa. Mientras el novus ordo ha tendido a convertir el altar en una gran superficie prácticamente desnuda y fría, el vetus ordo tiende a adornar el altar con generosidad: crucifijo, candelabros, manteles, atril, flores, sacras…, más aun si en él descansa el sagrario. Cada objeto, perfectamente dispuesto, manifiesta la fe y el amor con que la Iglesia quiere adornar para su Dios este nuevo Gólgota donde Cristo renueva su Sacrificio.
Entre los implementos que visten el altar están las sacras. Las sacras o tabellae secretarum (tablas de oraciones secretas) son tres pequeños cuadros con las oraciones que el sacerdote debe decir de modo que pueda leerlas sin necesidad de recurrir al Misal. El arte cristiano ha producido sacras verdaderamente hermosas.
El misal únicamente prescribe una, que se coloca al centro del altar (al pie del crucifijo o delante del sagrario), donde junto a varias otras oraciones siempre se graban las palabras de la Consagración. Su principal objeto es que el sacerdote pueda leer ahí la fórmula consagratoria sin tener que volver la mirada al misal. Hermoso detalle de la Iglesia madre para con el celebrante: facilitarle leer las palabras de la consagración sin dejar de contemplar las especies sagradas; pronunciar y mirar al mismo tiempo.
Además de esta sacra central, es costumbre poner otras dos. Una a la derecha del celebrante, en el «lado de la Epístola», en donde se imprime la oración del Lavabo (Lavabo inter innocentes manus meas…), y otra a la izquierda del celebrante, en el «lado del Evangelio», en donde se imprimen los primeros versículos del Evangelio de San Juan (In principio erat Verbum…), el llamado Prólogo, que se lee al final de la Misa.
Aquí también se podría hablar de un proceso irreversible: la misa actual solo puede enriquecerse contemplando la «sacra» de la misa tradicional.



Sacras del Tesoro de la Residencia
(antiguo palacio de los reyes de Baviera, Múnich)

jueves, 24 de agosto de 2017

EL HALLAZGO DEL CÁLIZ

Cáliz del cardenal Cisneros
Convento de las Agustinas Recoletas (Madrid)

Otra joya que adorna el ofertorio de la forma extraordinaria del rito romano es la oración para la ofrenda del vino. Concisa y profunda, reza así: 

Offérimus tibi, Dómine, cálicem salutáris, tuam deprecántes claméntiam: ut in conspéctu divinae majestátis tuae, pro nostra, et totíus mundi salúte cum odóre suavitátis ascéndat. Amen.

Te ofrecemos, Señor, el cáliz de salvación, implorando de tu clemencia que llegue en olor de suavidad hasta la presencia de tu Divina Majestad, por nuestra salvación y la del mundo entero. Amén.

Es probable que la recitación piadosa de esta hermosa oración durante largos años, influyera en aquel hallazgo casi «místico» que Romano Guardini experimentó del vaso sagrado que llamamos cáliz –receptáculo del precio de nuestra salvación–, y que recogió en una de sus obras litúrgicas:
«Una  vez, y de esto hace ya largo tiempo, hallé el cáliz. Ver, eso sí, muchísimas; pero hallarle, en Beuron fue la primera, visitando el tesoro de la sacristía, que el monje encargado de guardar los objetos del culto me enseñó gentilmente». Luego de una descripción detallada del cáliz que tenía ante sus ojos, añade:
«¡Ah, y cómo en aquella ocasión sentí el sagrado misterio! Como si el tallo sustentador brotara de honda y sólida base, con fuerza severamente concentrada, y de él floreciera aquella figura, que tiene un sentido único: recoger y guardar. ¡Oh, tú, santo y sagrado arcano, Cáliz que en tu fondo resplandeciente escondes el tesoro de las gotas divinas, el misterio inefable de la sangre dulce y fecunda, puro fuego y puro amor! Y proseguía el discurso... Mas, no; que ya no era discurrir, sino sentir y contemplar. ¿No está ahí el mundo? ¿Y la creación entera, que, en último término, sólo tiene un sentido? El hombre, en carne y hueso, en cuerpo y alma, con su corazón palpitante... ¿No dijo San Agustín con frase grandiosa que lo más hondo de mi ser de hombre consiste en que soy capaz de abarcar a Dios»? (Romano Guardini, Los signos sagrados, Ed. Litúrgica española, Barcelona 1965, p. 102).

martes, 22 de agosto de 2017

REINA Y SEÑORA DE TODO LO CREADO


Es justo que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo coronen a la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.
—¡Aprovéchate de ese poder! y, con atrevimiento filial, únete a esa fiesta del Cielo. —Yo, a la Madre de Dios y Madre mía, la corono con mis miserias purificadas, porque no tengo piedras preciosas ni virtudes.
—¡Anímate!

(San Josemaría Escrivá, Forja n° 285)

lunes, 21 de agosto de 2017

SAN PIO X, DEFENSOR DE LA DE

Deus, qui ad tuéndam católican fidem,
et univérsa in Christo instauránda beatum Pium papam
cælesti sapiéntia et apostólica fortitúdine replevíste,
concéde propítius,
ut, eius institúta et exémpla sectántes,
præmia consequámur ætérna. Per Dóminum.

San Pío X, retrato al óleo de fray Pedro Subercaseaux (1911)

Dios nuestro, que para defender la fe católica
e instaurar todas las cosas en Cristo,
colmaste de sabiduría divina y de fortaleza apostólica
al Papa san Pío X,
concédenos que, siguiendo sus enseñanzas y ejemplos,
alcancemos la recompensa eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
(Oración Colecta)

viernes, 18 de agosto de 2017

SAN ALBERTO HURTADO: ¡MI MISA ES MI VIDA!

Extracto de una meditación sobre la Eucaristía de San Alberto Hurtado, santo jesuita chileno, apóstol de Jesucristo y servidor de los más necesitados. En la santa misa encontró Alberto el centro y la fuerza de su vida cristiana y sacerdotal; en la misa alcanzó su identificación con Cristo Sacerdote y Víctima.  

«E
l sacrificio eucarístico es la renovación del sacrificio de la cruz. Como en la cruz todos estábamos incorporados en Cristo; de igual manera en el sacrificio eucarístico, todos somos inmolados en Cristo y con Cristo.

De dos maneras puede hacerse esta actualización. La primera es ofrecer, como nuestra, al Padre celestial, la inmolación de Jesucristo, por lo mismo que también es nuestra inmolación. La segunda manera, más práctica, consiste en aportar al sacrificio eucarístico nuestras propias inmolaciones personales, ofreciendo nuestros trabajos y dificultades, sacrificando nuestras malas inclinaciones, crucificando con Cristo nuestro hombre viejo. Con esto, al participar personalmente en el estado de víctima de Jesucristo, nos transformamos en la Víctima divina. Como el pan se transubstancia realmente en el cuerpo de Cristo, así todos los fieles nos transubstanciamos espiritualmente con Jesucristo Víctima. Con esto, nuestras inmolaciones personales son elevadas a ser inmolaciones eucarísticas de Jesucristo, quien, como Cabeza, asume y hace propias las inmolaciones de sus miembros.

¡Qué horizontes se abren aquí a la vida cristiana! La Misa centro de todo el día y de toda la vida. Con la mira puesta en el sacrificio eucarístico, ir siempre atesorando sacrificios que consumar y ofrecer en la Misa.

¡Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!».

Ornamentos sacerdotales utilizados por San Alberto Hurtado (Museo Santuario Padre Hurtado en Santiago de Chile, lugar donde se veneran sus restos sagrados)





jueves, 17 de agosto de 2017

EXTRAÑA PERFORMANCE EN IGLESIA JESUITA

Un amigo –de paso por Múnich– me envía unas fotografías de la extravagante performance con que se topó al visitar la Iglesia de San Miguel (Michaelkirche) en pleno centro de la capital de Baviera. Se trata de uno de los templos jesuitas más grandes y llamativos del mundo, erigido entre 1583 y 1597 como foco espiritual de la Contrarreforma. Sin salir de su asombro, mi amigo no logró recabar mayor información a qué se debía tal adefesio; no obstante, a estas alturas, a nadie debería extrañar que ciertas iglesias alemanas estén convertidas en galerías de arte contemporáneo, con olvido total del carácter sagrado de los recintos destinados al culto. En todo caso, las sucias camisetas que cuelgan en ese presbiterio de majestuosidad barroca y la cabeza del decapitado que yace en el suelo, parecen mostrar con refinamiento artístico la descomposición galopante de la iglesia alemana en general y de la Compañía en particular.



lunes, 14 de agosto de 2017

PARA GLORIA DE DIOS Y GOZO DE LA IGLESIA

«Q
uapropter, postquam supplices etiam atque etiam ad Deum admovimus preces, ac Veritatis Spiritus lumen invocavimus, ad Omnipotentis Dei gloriam, qui peculiarem benevolentiam suam Mariae Virgini dilargitus est, ad sui Filii honorem, immortalis saeculorum Regis ac peccati mortisque victoris, ad eiusdem augustae Matris augendam gloriam et ad totius Ecclesiae gaudium exsultationemque, auctoritate Domini Nostri Iesu Christi, Beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra pronuntiamus, declaramus et definimus divinitus revelatum dogma esse : Immaculatam Deiparam semper Virginem Mariam, expleto terrestris vitae cursu, fuisse corpore et anima ad caelestem gloriam assumptam».

Asunción de Juan Carreño de Miranda (c. 1657)

«P
or tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste». (Pio XII, Constitución Apostólica Munificentissimus Deus del 1º de noviembre de 1950)

viernes, 11 de agosto de 2017

SAN JOSEMARÍA Y SU APRECIO POR LA SOTANA

Padre J. A. Williams junto al Estrecho de Magallanes 
Punta Arenas, Chile

Cuando por los años setenta se generalizaba en la Iglesia el abandono de la sotana por un extraño afán de no manifestar externamente la condición sacerdotal, San Josemaría Escrivá no cesaba de inculcar a los sacerdotes la necesidad de vestir el traje sacerdotal, de modo particular el hábito talar. Suyas son las palabras que recojo a continuación, tomadas en coloquios o tertulias de aquellos años:

«Quiero insistir en que estiméis el traje talar, que tanto respeto nos merece. No es posible que nos dé vergüenza que nos reconozcan como lo que somos, como sacerdotes. Ahora que se habla tanto de testimonio, éste es un hermoso testimonio: ser hombres que no se avergüenzan de ser sacerdotes, que no se esconden, que no se disfrazan. Además, de otra forma, es muy difícil ir bien cuidado. La sotana tiene siempre una cierta dignidad».

«Los sacerdotes tenemos que mostrar que somos sacerdotes, de un modo que sea evidente para todos. Si no llevase una manifestación externa de mi sacerdocio, muchas personas que podrían acudir a mí en la calle, o en cualquier otro sitio, no vendrán porque no saben que soy ministro de Dios».

«Los fieles se sienten confirmados en la fe, asegurados en la fe, miran con un cariño loco al sacerdote que no se esconde».

Tres razones creo vislumbrar en estos textos que parecen validar suficientemente el uso de la sotana:

1° Testimonio: La sotana como vestimenta propia del sacerdote es ante todo un precioso testimonio de amor a la propia vocación y un hermoso signo de su pertenencia a Dios.
2° Servicio: La sotana manifiesta sobremanera la disposición del sacerdote de estar pronto a servir a las almas.
3° Dignidad: la sotana asegura al sacerdote un porte externo digno y conveniente a su condición de representante de Cristo y dispensador de los misterios de Dios.

Algo de esto atisbaba un joven monaguillo, con claras inquietudes vocacionales, cuando confidenciaba a sus padres: yo quiero ser sacerdote, pero de los de sotana.




martes, 8 de agosto de 2017

CUANDO EL MUNDO SE HACE OFRENDA

«Que Él nos transforme en ofrenda permanente», se dice en la Plegaria Eucarística III del Misal Romano. Solo Cristo, uniendo la creación entera a su propia inmolación, puede convertirla en ofrenda pura, en sacrificio da alabanza, en hostia santa; todo lo que no es «por Cristo, con Él y en Él» está destinado a perderse en la insignificancia. Así lo expresa un gran papa y doctor de la Iglesia:

«E
n efecto, es singularmente la hostia eucarística la que salva al alma de la muerte eterna, esa hostia que a través del misterio eucarístico renueva para nosotros la muerte del Unigénito, el cual, si bien habiendo resucitado de entre los muertos ya no muere y la muerte no le dominará nunca más, sin embargo, aunque en sí mismo vive de un modo inmortal e incorruptible, se inmola de nuevo por nosotros en este misterio de la sagrada ofrenda eucarística. Y es que en este sacramento se toma su cuerpo, se reparte su carne para la salvación del pueblo y se derrama su sangre, no ya a manos de los infieles, sino en la boca de los fieles.
Así pues, a partir de lo dicho pensemos cuánto valor tiene para nosotros este sacrificio que continuamente reproduce, por nuestro perdón, la pasión del Hijo Unigénito de Dios. ¿Pues qué fiel podría albergar alguna duda de que en el momento mismo del sacrificio eucarístico, a la voz del sacerdote, se abren los cielos; y de que en el misterio de Jesucristo asisten los coros de los ángeles, las profundidades se juntan con las alturas, la tierra se une a los cielos y de lo visible y lo invisible llega a hacerse una sola y misma cosa? (San Gregorio Magno, Diálogos, n° 60, 2–3. El destacado es nuestro). 

domingo, 6 de agosto de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR, UN BREVE ANTICIPO DEL GOZO ETERNO

La Transfiguración de Tiziano (1566)

Así responde Santo Tomas de Aquino al porqué de la transfiguración del Señor; momento particularmente glorioso de la vida de Cristo que «nos invita a abrir los ojos del corazón al misterio de la luz de Dios presente en toda la historia de la salvación» (Benedicto XVI, 6 de agosto de 2006).

«D
espués de anunciar su pasión, el Señor había inducido a sus discípulos a seguirle por el mismo camino. Ahora bien, para que uno marche directamente por el camino, es necesario que, de algún modo, conozca el fin con anterioridad; así como el arquero no disparará bien la flecha si antes no conoce el blanco al que tiene que dirigirla. Por eso dijo Tomás en Jn 14, 5: Señor, no sabemos a dónde vas, pues ¿cómo podemos saber el camino? Y esto es especialmente necesario cuando el viaje es difícil y áspero y el camino laborioso, pero el fin alegre. Ahora bien, Cristo llegó a conseguir la gloria por medio de su pasión, no sólo la del alma, la cual gozó desde el principio de su concepción, sino también la del cuerpo, según el pasaje de Lc 24, 26: Fue necesario que Cristo padeciese esto y que entrase así en su gloria. A ésta conduce también a los que siguen las huellas de su pasión, conforme a lo que se lee en Act 14, 21: Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el reino de los cielos. Y por esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad (que es lo mismo que transfigurarse), con la que configurará a los suyos, como leemos en Fil 3, 21: Transformará nuestro cuerpo miserable, conformándolo a su cuerpo glorioso. Por lo que dice San Beda In Mar: Piadosamente proveyó que, mediante la breve contemplación del gozo eterno, se animasen a tolerar las adversidades» (Santo Tomás de Aquino, S. Th., III, q. 45, a.1 c).

viernes, 4 de agosto de 2017

PREOCUPADO POR EL AJUAR DE DIOS

Siempre recuerdo con humor un comentario sobrado de ironía pero no exento de verdad que oí a un anciano historiador sobre la reforma litúrgica: mira, me decía, quisieron hacer una misa pobre para los pobres y los pobres dejaron de ir a misa. Afortunadamente no fue este el criterio que guió al santo Cura de Ars cuando, movido por su incansable celo apostólico, emprendió la conquista de la nueva grey que se le encomendaba.  
En una de las mejores biografías sobre San Juan María Vianney, encontramos un claro testimonio de su preocupación generosa y sacrificada por el decoro del culto y la liturgia. Vivía lo que diariamente recitaba silenciosamente en el ofertorio de la misa: Domine, dilexi decorem domus tuæ, et locum habitationis gloriæ tuæ; Señor, he amado el decoro de tu casa y el lugar donde reside tu gloria. También por esto Dios colmó de fecundidad el ministerio de su humilde siervo.
  
«L
a santificación del domingo, sin la cual la vida cristiana queda reducida a la nada, fue el primer objetivo que se propuso. La casa del Señor estaba abandonada; era, pues, menester conducir a ella a los fieles, y para esto darle más atractivo… El Rdo. Vianney amó en seguida aquella antigua iglesia como si fuese su casa paterna. Para embellecerla, comenzó por lo principal, o sea, por el altar, centro y razón de ser de todo el templo… La iglesia ganó mucho en decencia y novedad.
Después procuró aumentar el ajuar de Dios, como decía en su lenguaje sabroso y lleno de imágenes. Visitó en Lión los talleres de bordados y orfebrerías y compró cuanto le pareció de más precio. En la campiña, decían aquellos comerciantes admirados, hay un cura pobre, delgado y mal arreglado, que parece no tener un céntimo, y se lleva para su iglesia lo mejor. Un día de 1825, la señorita de Ars fue con él a la ciudad para comprar ornamentos para la misa. A cada cosa que le mostraban, repetía: ¡No me parece bastante bien!... ¡Ha de ser mejor que esto!
Estas transformaciones materiales no fueron en modo alguno inútiles. Fueron una prueba del celo del pastor y alegraron a las almas fervorosas; algunos, desconocidos en el templo, con más curiosidad, quizás, que devoción, se dejaron ver en la iglesia los domingos» (Francis Trochu, El Cura de Ars, Ed. Palabra, Madrid 1986, p. 172).

martes, 1 de agosto de 2017

MÁXIMAS DE VIDA ETERNA

Cada año la Iglesia recuerda en este día la egregia figura de San Alfonso María de Ligorio (1696–1787): santo, fundador, obispo, doctor celosísimo, patrono de confesores y moralistas… Su vida encarna de manera admirable el título mismo de una de sus más célebres obras de espiritualidad: Práctica del amor a Jesucristo. Esta obra que ha ayudado a tantas almas a conocer y amar a Jesucristo se cierra con 18 máximas –máximas de vida eterna las llama san Alfonso– que, grabadas en la mente del cristiano, aseguran el vivir recto y virtuoso que conduce a la salvación:

• Todo lo de esta vida termina, tanto el gozar como el sufrir. La eternidad no acaba jamás.
• En la hora de la muerte ¿de qué sirven todas las grandezas de este mundo?
• Todo lo que viene de Dios, sea próspero o adverso, es bueno y para nuestro bien.
• Es necesario dejar todo, para ganarlo todo.
• Sin Dios no puede haber paz.
• Solo amar a Dios y salvarse, es necesario.
• Solo hay que temer el pecado.
• Si se pierde a Dios, todo se ha perdido.
• El que no desea nada de este mundo, es señor del mundo.
• El que reza se salva, el que no reza se condena.
• Venga la muerte, pero sea para agradar a Dios.
• Cueste Dios lo que costare, nunca es demasiado caro.
• Para el que ha merecido el infierno, toda otra pena es ligera.
• Quien mira a Jesús en la cruz, todo lo sufre.
• Lo que no se hace por Dios, se convierte en pena.
• El que a solo Dios quiere, posee todos los bienes.
• Dichoso el que puede decir de corazón: Jesús mío, te quiero solo a ti y nada más que a ti.
• Quien ama a Dios, en todas las cosas encuentra contento; quien no le ama, en ninguna lo encuentra. (San Alfonso María de Ligorio, Obras maestras de espiritualidad, Ed. BAC. Madrid 2011, p. 192).

CHARLIE GARD

Fotografía:  The Sun
Vino a este mundo para ser hijo de Dios
(4-VIII.2016 – 28.VII.2017)